05 marzo 2013

La suma de las partes


Hoy he tenido un sueño, de esos de «Marian, te has lucido». Ahí va:




La corte estaba abarrotada porque era el día en que la princesa iba a conocer formalmente a su prometido, un tipo pusilánime, con el pelo mal cortado, que iba caminando siempre dos pasos por detrás de su madre.

Yo estaba perdida entre el gentío tratando de distraerme mientras practicaba mis ejercicios: juntaba las manos y entre medias intentaba crear un huevo. El huevo siempre salía perfecto, pero enseguida empezaba a perder forma, parecía irreal, se resquebrajaba y yo acababa con las manos llenas de clara pegajosa. ¡Desde luego la princesa era mejor aprendiz que yo! Cuando levanté la mirada decepcionada vi como mi maestro, el anciano Galo, se acercaba a mí entre la multitud.

Me regañó por haberlo puesto todo perdido y haber manchado mi vestido de terciopelo.

Prueba con flores, anda. Así al menos no mancharás nada.

Y yo, por más que lo intentaba, sólo conseguía flores rotas. Al abrir las manos la rosa era perfecta, pero enseguida perdía consistencia y al más mínimo movimiento los pétalos rojos se desprendían y la flor se desperdigaba entre mis dedos.

Vi al anciano a mi lado, sonriéndose con superioridad.

¡Es que es muy difícil! le dije yo disgustada.

Él asintió.

Crear es más difícil que destruir.

Ante esa frase tan lapidaria decidí ignorarle y me centré en una nueva flor… sin éxito.

Lo estás haciendo mal dijo el maestro—. Tratas de crear una flor de la nada y eso es imposible.

Yo le miré asombrada, «¿imposible? ¿no se supone que es eso lo que hacemos?» pensé.

La gente no valora las cosas por cada una de sus partes, sino que lo hace por la suma de ellas. Tú, por ejemplo, tratas de crear la flor por partes; primero el cáliz, después el pistilo, los pétalos… Pero una flor no es una cosa puesta sobre otra sino la conjunción de todas ellas y de algo más: con agua y sol, de la semilla sale el tallo, del tallo las yemas, de la yema el capullo que se abre…

El anciano juntó las manos que brillaron un instante y de entre ellas salió una rosa preciosa.

Las cosas tienen el valor de la suma de sus partes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Corona no, corola (y , aparte, el conjunto de petalos son la corola.... no puedes decir corola y petalos, pues es redundante).
Del tallo no sale un esqueje, un esqueje es un tallo cortado para reproduccion... lo que sale del tallo son las yemas.
Por lo demas..... bien , supongo.
Es realmente un sueño?
Quieres decir algo con esto? o es simple narrativa??
Un saludo.

Unknown dijo...

Felicidades Marian! Y para tu lector anónimo aspirante a crítico literario, decirle que corregir a alguien en un blog público y encima no dar la cara, con todos mis respetos hacia el anónimo ilustrado, no es elegante, ni caballeroso y no posee la valentía para salir de la oscuridad de su tenebrosa cueva. Así, que tú a palabras necias oídos sordos. En fin! Tú eres inteligente y me entiendes por dónde voy. Qué más da si es un sueño o no y si no sabe lo que quieres decir con tu cuento es que mucho ruido y pocas nueces. Mucho diccionario y poca sensibilidad para captar el alma de las palabras, se quedó en lo superficial de las palabras, en su vestido pero no aprendió nada jugando al juego de los siete errores. A mi me ha parecido un cuento precioso, escrito desde el corazón y una bonita metáfora sobre la vida. Es un cuento lleno de fantasía pero que habla a la realidad desde lo más profundo del subconsciente, tiene un gran poder de evocación y es muy terapéutico. Un abrazo y a seguir soñando y escribiendo con este encanto y magia.

Carmina Vallverdú