29 octubre 2008

El mosquito

Hay una blanca habitación que no tiene gran cosa. Ni siquiera un armario o una silla, sólo una cama, confortable eso sí, y un gran espejo que es en realidad una ventana ahumada que da a una sala de observación. El anciano que hay tendido en la cama lo sabe. No hay que preocuparse por él porque no está encerrado. Sabe muy bien que está en esta habitación para un propósito. Hasta hace un momento estaba profundamente dormido pero ahora se ha sentado al borde de la cama empapado en sudor. Tiene la mirada perdida y los ojos desorbitados, está confuso y triste, muy triste.

- Acabo de ver que ha despertado
Cuando el hombre levanta la vista ve a la enfermera, la de siempre, la que lleva viendo durante cuatro noches seguidas, con su níveo uniforme y su compuesta cara de preocupación. El viejo siente rencor, sabe lo mucho que los médicos disfrutan con esto. Son científicos al fin y al cabo.
- ¿Lo ha visto? ¿Ha conseguido grabarlo?
- Yo… no he visto nada en realidad. No estaba atenta al monitor pero si se ha grabado lo veremos en las cintas.
El viejo suelta un gruñido decepcionado. Es lógico, se dice, tienen interés pero no tanto como para prestar atención a un monitor durante cinco horas. Incompetentes.
- En realidad he oído un ruido hace un rato.
- ¿En serio? ¿Qué clase de ruido?
- Pues como un ronroneo. Mejor dicho como el zumbido de un motor.
El hombre se disgusta, la palabra zumbido le parece algo tabú en ésta situación. No es muy competente hablar de zumbidos cuando es obvio que lo que se está buscando es precisamente eso, un zumbido.
- Por la mañana el doctor quiere volver a hacerle un escáner. Para ver si esta vez detectamos algo.
- ¿Por la mañana? ¿Pero qué hora es?
- Solo son las cuatro.
- Mierda.
Se recuesta con las manos en la cara y nota como la enfermera recula silenciosa hasta la salida para dejarle intimidad. Antes de que desaparezca le pide un pijama nuevo. El que lleva esta mojado de sudor.
El hombre corre las cortinillas del espejo, se cambia y al volver a descubrir la ventana saluda con una falsa sonrisa a la invisible enfermera tras el cristal. Ni siquiera sabe si estará ahí. Se siente ridículo. De nuevo y como cada noche, empieza a preocuparle su situación que no parece mejorar. Acude el insomnio.

- ¿Cómo ha ido la noche?- pregunta el doctor. Está de pie en un pasillo inmaculado frente a su paciente y la enfermera que le acompaña. El hombre, viejo y deslucido por las ojeras y la tensión, lleva puesto el pijama del hospital y se siente ridículo con él.
- ¿Usted que cree?
- El señor se despertó a las cuatro y ya no ha podido dormir- dice la enfermera.
- Ya he visto el informe. – el doctor se muestra cauteloso al ver la irritabilidad del paciente- He hablado con un colega en Estados Unidos. Dice que tuvieron un caso similar hace cinco años.
- ¿Y bien?
- Bueno… la situación es complicada. Usted nos habla de ese mosquito. Lo oye en sueños pero no puede despertar para defenderse. Por otro lado hacerlo interrumpiría el sueño rem y no descansaría completamente. El mosquito Dante lo bautizaron.
- ¡Qué ingeniosos!
- Es muy pequeño, tan pequeño que no se puede ver a simple vista, pero tan voraz que zumba como el diablo.
- Yo lo oí anoche. – comenta tímida la enfermera- se parece al ronroneo de mi gato. El señor estaba muy inquieto y cuando empezó a sudar y a gritar yo lo dejé y despertó al cabo de cinco minutos. Revisé después las cintas y no se ve nada aunque si puede oírse.
- ¿Y no se le ocurrió despertar al paciente?
- Verá doctor, no es por ser poco profesional, pero usted mismo ha dicho que solo se conoce un caso en cinco años, que aun no sabemos cómo proceder y yo no estoy dispuesta a dejar que ese bicho me contagie lo que sea, ¿entiende?
- Entiendo. –dice serio el doctor- hablaremos de esto mas tarde. Supongo que sus pesadillas han sido terribles –se dirige de nuevo al paciente.
- Horrorosas. Siempre que despierto pienso que no he soñado nada peor en mi vida y cada noche me sorprendo porque cada vez son peores. ¿Le han dicho algo de una cura? ¿Qué le pasó al paciente?
- Bueno verá… por lo que yo sé el problema es grave. De algún modo el mosquito siente el inicio de su sueño y cuando usted duerme le ataca. Puede parecer raro pero se alimenta de sangre como los demás mosquitos solo que éste tiene un veneno que en lugar de quemazón produce pesadillas. Y por lo que tengo entendido van a peor hasta que la psiquis se derrumba.
- ¡Qué horrible! – Exclama la enfermera. El anciano tiembla.
- Y son horrorosas.
- ¿Qué soñó anoche?
- Soñé que ya no quería a mi familia. Que odiaba a mi mujer y que no podía evitarlo. Es la sensación más angustiosa que he podido sentir.
- ¡Qué raro!- dice la chica- ¿Cómo puede llorar por odiar a alguien y más si es una persona a quien en realidad quiere?
- No lo sé pero es así y es terrible. – y se dirige al doctor- ¿Han encontrado ya donde se esconde? ¿En mi ropa, en mi habitación…?
- Sí. Se esconde en usted mismo. Tal vez en el corazón.
- ¿En mi mismo? ¿En el corazón? ¡Qué horror Dios mío! ¿Y qué harán para quitármelo?
- Fumigar.

No hay comentarios: